La Vanguardia. Dimarts, 04-07-1893
Sr. Director de LA VANGUARDIA.
De las noticias vagas y hasta cierro punto contradictorias publicadas por la prensa durante estos últimos días, sobre emplazamiento y construcción de un nuevo cementerio para esta ciudad y poblaciones que la rodean, se deduce que tal vez se esté elaborando un proyecto, que, podrá ser, en principio, ó en sus líneas generales, de indiscutible necesidad, pero que rechazará indudablemente la opinión pública si en su ejecución, al llevarse á la práctica, aparte de quedar incumplidas disposiciones legales en vigor, se prescinde por completo de un estudio maduro y detenido, prenda segura del acierto en una obra de tal importancia, que puede afectar á intereses respetabilísimos, por relaciones con el futuro ensanche y urbanización de poblados, con la cuestión de higiene pública y de salubridad, con la manera de verificarse los enterramientos, con la naturaleza del Terreno en que ha de construirse la nueva necrópolis y con los gastos que ha de ocasionar dicha obra.
Merece encomio el celo de la autoridad superior civil de la provincia, procurando que cese el estado anómalo, y hasta vergonzoso en que se hallan importantes poblaciones, en punto á la observancia de las disposiciones sobre cementerios. De alabar es este propósito, que no será parte, sin embargo, á contrariar legítimos deseos y á fomentar móviles que no se apoyen en aspiraciones de la opinión.
No hace muchos años, ante la imperiosa necesidad sentida en Barcelona de tener un lugar á propósito para el enterramiento de cadáveres, hubieron de fijarse sus autoridades en la montaña de Montjuich, y es de suponer que para la autorización necesaria del emplazamiento precedieron los informes de rigor, ponderándose sus condiciones geológicas, situación topográfica, orientación, vientos, distancia de poblado, etc., etc., en una palabra, que se creyó reunía todos los elementos necesarios, entre ellos la extensión ó capacidad suficiente, ya que de otra suerte fuera inexplicable que en asunto de tanta trascendencia se hubiese prescindido de los que fundamentalmente exige la naturaleza misma de la cosa. Sin embargo, si nuestros informes son exactos, bajo el punto de vista económico ha resultado un cementerio de lujo dado lo costoso de su edificación y sostenimiento.
El peligro que esto trae consigo lo ha visto el dignísimo Gobernador de la Provincia, que se ha fijado también en que San Martin de Provensals, Gracia y alguna otra población no están en cuestión de cementerios á la altura que su respectiva importancia reclama, á pesar de los esfuerzos y gestiones que desde larga fecha vienen de continuo practicando sus Ayuntamientos; por ello es que se ha propuesto dejar memoria del ejercicio de su autoridad mandando cesar este bochornoso espectáculo.
Pero el señor Gobernador se encuentra con dificultades que vencer, porque se necesitan terrenos á propósito que reúnan las condiciones exigidas por la Ley; aun cuando su experiencia y buen criterio le hacen asimismo preveer la posibilidad de que al amparo de un deseo generoso y laudable se despierten los estímulos del egoísmo, y que un expediente interminable puede eternizar la resolución definitiva, haciendo infecunda su iniciativa, corno está persuadido de que cada día que transcurra sin solucionar el conflicto aumentará los inconvenientes, cuando por las exigencias de la necesidad é impulsado por su buen deseo, ha pensado acogerse á una Real orden desconocida, ya que no se ha hecho pública, recaída en un histórico, trabajoso y carísimo expediente incoado hace ya algunos años por el Ayuntamiento de San Martín de Provensals, en la cual se indica vagamente, que, en principio, se admite el emplazamiento del cementerio para aquella población en la parte alta de la cordillera denominada «Quisató», impropiamente cordillera del litoral.
El señor Gobernador habrá creído indudablemente que aquel lugar reune las condiciones necesarias para el objeto á que se !e quiere destinar, que esto no irrogaría perjuicios y que las dificultades que pudieran surgir del emplazamiento de la necrópolis para las poblaciones que de ella carecen serían menores que la incoación de nuevos espedientes, tanto más cuanto el asunto no admite demora y hay que resolver el problema, que es común á la ciudad de Gracia, Horta y San Martín de Provensals.
Nuestra ciudad no reúne desgraciadamente las condiciones sanitarias que su nurnerosa población exige. Hace ya algunos años que reducidas por apariencias de mayor grandeza que la que de hecho le corresponde, pagando tributo con ello á las corrientes que imperan, ha relegado á segundo término la suprema cuestión de salubridad pública.
La edificación, sin embargo, ha aumentado progresivamente, confundiendo de hecho su caserío con los pueblos de San Martín, San Andrés, Horta, Gracia y Sans, y mientras en la parte de Ensanche han crecido extraordinariamente de valor los terrenos destinados á edificación, sufriendo la propiedad una depreciación enorme por falta de alquiler á consecuencia de lo elevado de sus precios, se ha sentido la necesidad de edificar en lugares sanos, de relativo poco coste para orillar por de pronto aquellas dificultades; y como si la naturaleza hubiese previsto lo que había de suceder, presenta una cordillera en la parte que mira á la ciudad, la que por su topografía, orientación, vientos que la dominan y considerable altura, es y ha de continuar siendo el desarrollo natural de las poblaciones crecidas al pie de sus distintas vertientes.
Demuestran nuestra afirmación el incremento que ha tomado la villa de Gracia en la base de la cordillera que mira al Paseo de San Juan, la edificación creciente que San Martín de Provensals ofrece por aquel mismo lado; el sin número de torres enclavadas en la vertiente opuesta y dentro del término municipal de San Andrés de Palomar y Horta, los barrios de Vallcarca, Nuestra Señora del Coll, Lourdes, con sus innumerables torres, manantiales inmejorables y hermosas casas de campo, constituyendo distintos lugares de esparcimiento y elementos de salud que no se encuentran en Ja ciudad, ni en el centro de las poblaciones industriales.
Todo ello corrobora que á no tardar la cordillera que empieza en el punto denominado «Los Josephets», termina en S. Martín de Provensals en su estribación opuesta y limita Horta, Gracia y San Andrés por sus dos vertientes es el punto destinado para el levantamiento de edificios que á las condiciones de salubridad por estar apartados de la capital y focos del Llobregat reúnan la de su poco coste.
Ahora bien, con estos antecedentes, ¿es factible la realización del proyecto de una gran necrópolis en la parte alta de dicha cordillera, ó sea en el lugar denominado Turó de la Rovira, como al parecer se indica? Entendemos que no, y si lo dicho no bastara lo rechazarían la alta de necesidad y los inconvenientes por fuerza que habría de traer el emplazamiento de una necrópolis, la salubridad pública misma y la ley, que, en la letra y espíritu, regula esta materia. Cuando se trata de poblaciones de extenso radío, entendemos necesarias distintas necrópolis, como sucede en las grandes capitales, incluso Madrid que nos da el ejemplo; pero sube de punto esta necesidad si se trata de poblaciones distintas, que aun cuando de hecho estén unidas por la edificación constituyen otros tantos municipios independientes entre sí por lo que á su régimen administrativo atañe. Creemos innecesario insistir en ello, pues basta hacer presente las dificultades que la administración común de la necrópolis ofrecería, el coste que alcanzarían los transportes y los inconvenientes que habrían de resultar centralizando el lugar destinado á los sepelios.
Por otra parte, el terreno que al cierto se indica está situado al Norte, en dirección al Montseny; los aires saludables de que goza la villa de Gracia vienen todos de aquel lado, y á la parte alta de la población irían á parar los miomas del nuevo foco de infección en que se convertiría lo que hoy es punto de salud, distracción y esparcimiento. Agreguese á ello la pendiente de un 40 por 100 que por la parte de Horta tiene el Turó de ¡a Rovira; que sólo en verano le da el sol; que á menos de un metro de profundidad se encuentra la roca, y que en la misma vertiente tienen su origen seis galerías ó minas para conducción de aguas de que se surten varias de las torres y casas de campo allí existentes, y se evidenciará más todavía la imposibilidad absoluta de que el proyecto prospere.
La legislación vigente con respecto á cementerios dispone que no puede cursarse el expediente de emplazamiento si el lugar que se propone no dista cuando menos 2 kilómetros de las poblaciones que cuenten más de 20.000 almas: pues bien; datos facultativos que tenemos por exactos señalan una distancia de 800 metros de la villa de Gracia, siendo menor aún la que medía hasta el centro y barrios que forman parte del municipio de Horta; y aun cuando podría argüirse que el número de su población permite emplazarlo á menor distancia, no hay que olvidar que su caserío está unido con el barrio de Santa Eulalia, perteneciente á San Andrés de Palomar y que este pueblo está unido con San Martín, por lo cual es difícil poder atender á la ley que fija la distancia de poblado para evitar los perjuicios que á la salud pública pueden causar los cementerios.
Finalmente, Son importantísimos los capitales que además de la construcción del cementerio, exigirían las vías de comunicación necesarias para salvar una altura de 200 metros sobre el nivel de! mar donde está situado el Turó de la Rovira y con una distancia de unos 5 kilómetros del pueblo de San Martín y 7 ú 8 de las casas inmediatas al mar.
Como el núcleo de su población está compuesto en su inmensa mayoría de familias que desgraciadamente no cuentan con otros medios que los que les proporciona su trabajo, es imponderable el gravamen que para aquel municipio representaría el emplazamiento de la necrópolis proyectada en aquel sitio.
Creemos, pues, irrealizable el proyecto bajo todos los puntos de vista que se examine, y estimamos que la superior ilustración del señor gobernador se convencerá de ello. Pero ¿es que no existe medio para secundar sus loables propósitos en pro de la campaña sanitaria que con tanto celo ha emprendido? Recuérdese que el Ayuntamiento de Barcelona ya había estudiado más allá del término de Sans un sitio donde á la distancia de 3 ó 4 kilómetros de poblado existían inmensos terrenos de poco coste y con todas las condiciones que pueden exigirse para obras de la naturaleza de la que nos ocupa. San Martín podría utilizar unos terrenos destinados á dicho objeto en las montañas que dividen Horta de San Cugat, y Gracia tendría lugar á propósito en un sitio despoblado de las distintas fallas del Tibidabo, con lo cual, existiendo medios directos de comunicación, quedarían obviadas las dificultades, sin perjuicio del desarrollo de las poblaciones, sin inconvenientes para la salubridad pública y sin gravámenes exagerados para los municipios.
Un vecino de las Afueras.
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